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  • Foto del escritorMartha Alles

¿Qué es mejor, aprender conocimientos o manejo intuitivo? Esa es la cuestión


Vivimos en un mundo complejo y diferente al de hace muy pocos años. Solo por poner un ejemplo sencillo, mi teléfono inteligente –sin mediar instrucción alguna de mi parte– por las mañanas me informa que el tiempo a mi lugar de trabajo es de “x” minutos y realiza un anuncio similar a la hora de regreso. Ante mi sorpresa e indagando un poco más, llegué a la conclusión que simplemente el dispositivo ha concluido que por los horarios y el lugar en el cual me encuentro, estoy en mi casa (o en la oficina, según corresponda) y que como todos los días a través del GPS me ubica durante las horas laborales en otra dirección, presupone que esa es mi oficina… y está en lo cierto. Del mismo modo, me informa mis movimientos de un lugar a otro en mis estadías en otras ciudades, frecuentes por mi actividad profesional.

Esta “inteligencia” de la tecnología nos puede inducir a error. Por ejemplo, pensar que ya no será necesario estudiar, sólo aprender a manejar tecnología… Esta afirmación la he escuchado repetidas veces de supuestos gurúes…

En la misma línea de pensamiento se inscribe la creencia de que el aprendizaje de la tecnología se lleva a cabo intuitivamente, y por lo tanto, no será imprescindible el estudio y la educación.

En lo personal, amo estudiar y no me gusta la idea… Quizá sea así en un futuro, no sé. Hoy no sabemos hasta dónde llegará la inteligencia artificial.

Analizando el contexto actual y el de los próximos años más o menos cercanos, no puedo imaginar al ser humano totalmente ignorante de todo, solo consultando información por internet. Aunque hoy, y desde hace unos años, todos -en el término “todos” me incluyo- utilicemos internet de manera constante -no frecuente, sino constante- para buscar cosas diversas. Desde el nombre de un actor que no recordamos, en una película que estamos viendo en streaming o televisión, hasta una nueva tendencia del rubro que sea. También para servicios muy variados y todos los etcéteras que se deseen sumar a estos meros ejemplos. Me asumo como una fanática al respecto.

A modo de abogado del diablo, quizá, debiéramos preguntarnos si el piloto de un avión debe ser un experto en manejar aviones o un intuitivo. Igual pregunta cabe hacerse en relación con un médico, solo por poner dos ejemplos (lo mismo vale para un abogado, un arquitecto…). ¿Cómo aprendieron el piloto y el médico los conocimientos que los habilitan para ejercer sus respectivas profesiones? Seguramente no de manera intuitiva, sino producto de muchos años de estudio y entrenamiento duro.

Si bien hoy no podemos evaluar ni conocer en su total dimensión los avances de la tecnología y, tampoco, podemos prever con algún grado de certeza cómo irán evolucionando los oficios en los años venideros, pareciera que, en alguna medida, los conocimientos y la experiencia serán necesarios.

Si tomásemos por cierto que no será necesario estudiar, porque cualquier cosa que queramos saber la encontraremos disponible en internet, las empresas no deberían evaluar ni conocimientos ni experiencia, y todas las personas podrían ocupar cualquier puesto. Pero no tiene sentido continuar este análisis, por estar vacío de contenido y razón.

Entre tanta confusión, entre mitos y verdades, entre cosas que son ciertas y otras que no lo son, entre estudios serios y otros no tanto, entre gurúes falsos y verdaderos, entre buenas prácticas y enfoques voluntaristas ajenos a la realidad, se desenvuelve la disciplina de Recursos Humanos.

A modo de reflexión, no creo que sea una buena idea bloquear en los jóvenes sus deseos de autosuperación, anular en ellos el reto de descubrir a través del estudio y la lectura. Si les transmitimos la idea que todo estará accesible “a un click", sin ningún esfuerzo, solo estaremos fomentando la desidia y el desinterés.

FUENTE (libro): Cuestiones sobre Gestión de personas


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