Gestionar sin estar

Si bien la mayoría de mis libros llevan un proceso de varios años, los voy escribiendo de a poco, Gestionar sin estar es el caso opuesto. Lo escribí de un tirón, casi sin respirar, dedicándole muchísimas horas los 7 días de la semana, sin descanso. ¿Cuál era el contexto?

En lo personal, el 2020 inició como un año prometedor. Me gustan los números, por lo cual, la simetría de los dos números 20 me resultaba atractiva, tenía programado varios viajes… hasta que comenzó la Pandemia 2020, el aislamiento social obligatorio y todo lo que ya sabemos…

En materia de nuevos libros, al inicio de ese período, me encontraba muy entusiasmada, trabajando en tres originales, sobre temas relacionados con desempeño y desarrollo.

El domingo de Pascuas, luego de un intercambio de saludos por la festividad religiosa, le comenté a Claudio Iannini, gerente general de la editorial que publica mis libros, que esa mañana había impartido una clase a distancia. Me preguntó: “¿En domingo de Pascuas?”. Ante mi afirmación, luego de un breve silencio, reflexionó: “Deberíamos escribir algo sobre home office”. Le comenté que ya teníamos algo publicado al respecto, escrito hace un tiempo y en otro contexto social…

No obstante, luego de esa conversación seguí pensando. Retomé la conversación al día siguiente y, absolutamente convencida de la necesidad, le propuse a Claudio este título: Gestionar sin estar, y el enfoque general del trabajo a realizar.

Analizamos un conjunto de factores. La factibilidad de publicación, entre otros, los tiempos internos de la editorial, etc. Se definió que el libro saldría primero como Ebook. Esto facilitaría su inmediata distribución, aún en zonas y países alejados. Luego se agregó, la opción de libro impreso, al estilo tradicional.

Nos propusimos tenerlo listo para julio / agosto.

En días previos a la anécdota relatada y a través de las redes sociales, en nuestra firma MAI, habíamos realizado un intercambio “en vivo” con lectores, clientes y seguidores, y detectado preocupación, inquietud y, de alguna manera, intriga, dudas, no tanto sobre el teletrabajo en sí, sino en relación con otros aspectos, tales como los relativos a la conducción de personas, a cómo la distancia modifica la manera de orientar el trabajo de las personas.

Los procesos de los libros son largos, implican muchos pasos. Una vez que el autor entrega los originales a la editorial, luego hay varias etapas técnicas, que llevan un cierto tiempo.

En pleno aislamiento social obligatorio / confinamiento, haciendo home office en mi hogar con mi esposo, “me apoderé” de la mesa más grande -la del living- y allí armé mi sector de trabajo. A modo de pizarrón utilicé un libro infantil de grandes dimensiones, que había pertenecido a mi hijo menor y “sobrevivido” entre otros libros. Allí fui pegando papelitos con ideas, ordenándolos, armé una secuencia. También hice un gráfico a mano alzada en un papel más grande… Debía ser productiva en tiempo y, al mismo tiempo, no olvidar cuestión alguna. También sobre la mesa fui desplegando libros, considerando herramientas, cómo darle prioridad a una cosa sobre la otra, etc.

Adicionalmente, y con el mismo ritmo febril, aproveché todas las oportunidades para interactuar con otros profesionales de la mayor cantidad posible de países y, también, con distintas personas en mi país, para acumular experiencias y vivencias.

Sin pausa, dediqué todas las horas posibles al proyecto. Llevé mi laptop al balcón para aprovechar algunos días de sol. Cada minuto contaba.

En unas 6 semanas aproximadamente la tarea fue terminada. Mi esposo Juan Carlos, apoyó con sus propias anécdotas y, como siempre, leyendo los originales.

Luego, seguimos trabajando en equipo con Gabriela Scalamandré, coordinadora de mis libros en la editorial, para acelerar los tiempos, todo lo posible.

En medio de las complicaciones diversas que trajo aparejado el aislamiento social obligatorio, una muy feliz noticia: en Bogotá, Colombia, nació Maia, mi cuarta nieta.