Los puestos organizacionales, de todos los niveles, requieren un conjunto de conocimientos y competencias.
En el caso de aquellos puestos que impliquen tener personas a cargo, se requieren además algunas competencias adicionales relacionadas con la conducción de equipos. Subiendo en la escala jerárquica se requerirá, además de todo lo anterior, liderazgo.
Este último concepto se puede complementar con otros tales como Liderazgo para el cambio, Liderazgo ejecutivo, Liderar con el ejemplo, solo por citar algunos.
Usualmente las personas que ocupan puestos de dirección poseen una serie de conocimientos y competencias, pero no debe asumirse esta condición como un atributo necesariamente dado.
En toda estructura las personas ocupan puestos de diferente jerarquía. Al mismo tiempo, estas mismas personas tendrán la competencia Liderazgo en algún grado y, en ocasiones, evidenciarán un grado no desarrollado.
Situaciones inadecuadas
Si un puesto alto en la jerarquía es ocupado por una persona con un grado bajo de liderazgo, esta situación será negativa.
Si en un caso opuesto, una persona evidencia un grado alto de la competencia Liderazgo y no ocupa posiciones en las cuales pueda desplegar dicha capacidad, lo categorizaría como inadecuado. No es negativo y, al mismo tiempo, no es lo adecuado. Por lo tanto, se deberá analizar el caso considerando, entre otros factores, si se trata de una persona con potencial para ocupar otros puestos.
Situaciones positivas
Dentro de una zona positiva será posible encontrar, por ejemplo, que las posiciones de alto nivel jerárquico están ocupadas por personas con alto liderazgo.
En el punto medio, también a modo de ejemplo, para las gerencias intermedias el nivel requerido de la competencia Liderazgo será en un grado menor que lo requerido para los niveles superiores.
En resumen, las opciones posibles son variadas. Veamos algunas:
Un directivo con escaso o nulo liderazgo y numerosas personas a su cargo.
Un directivo que es un gran líder.
Una persona con un alto nivel de liderazgo que no ocupa un puesto directivo ni tiene personas a su cargo.
Entre las tres afirmaciones, distintos niveles intermedios, por ejemplo, un gerente o jefe que conduce un equipo de colaboradores, posición para la cual se requiere liderazgo, pero no en su nivel más alto. En una escala de A, B, C, D y en un esquema simplificado solo para presentar la idea al lector, podríamos decir que el número 1 requerirá un nivel de liderazgo A y un gerente o jefe un nivel de liderazgo C. Ambos estarían ubicados en lo que he denominado “zona positiva”.
Ocupar un cargo jerárquico -Número 1, CEO, Director, Gerente-, cualquiera de ellos, no implica ser, al mismo tiempo, un líder, poseer en un grado alto de desarrollo de la competencia Liderazgo.
La situación ideal será contar con directivos que sean líderes, es decir, que posean la competencia Liderazgo, desarrollada en algún nivel, en especial los que ocupan los niveles superiores de la organización, me refiero tanto al número 1 como a los principales gerentes de cada área.
Esta situación ideal no siempre se verifica, por ello será necesario conocer el grado de desarrollo de las competencias de todos los niveles de conducción. A partir de esta información se podrán diseñar acciones de desarrollo adecuadas a cada caso y necesidad.
Para complementar los conceptos, deseo compartir la definición de dos competencias incluidas en La Trilogia:
Conducción de personas. Capacidad para dirigir un grupo de colaboradores, distribuir tareas y delegar autoridad, además de proveer oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Implica la capacidad para desarrollar el talento y potencial de su gente, brindar retroalimentación oportuna sobre su desempeño y adaptar los estilos de dirección a las características individuales y de grupo, al identificar y reconocer aquello que motiva, estimula e inspira a sus colaboradores, con la finalidad de permitirles realizar sus mejores contribuciones.
Liderazgo. Capacidad para generar compromiso y lograr el respaldo de sus superiores con vistas a enfrentar con éxito los desafíos de la organización. Capacidad para asegurar una adecuada conducción de personas, desarrollar el talento, y lograr y mantener un clima organizacional armónico y desafiante.
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