El concepto de capital intelectual es tratado por muchos autores que, en términos generales, describen elementos, no materiales, que lo conforman, tales como:
Activos derivados del mercado. Ejemplos: clientes, marcas, licencias, franquicias, etc.
Activos relativos a la propiedad intelectual. Ejemplos: conocimientos, fórmulas, patentes, métodos propios de trabajo, secretos de producción, etc.
Activos en relación con los colaboradores: conocimientos, competencias, etc.
Activos de infraestructura: métodos y procesos de trabajo, entre otros.
Cultura organizacional y valores.
Podríamos representar todos los ítems anteriores como el Capital Intelectual y dentro de este, diferenciar el Capital estructural y el Capital Humano. Este último conformado, a su vez, por las capacidades individuales, los conocimientos, las competencias y la experiencia de los colaboradores de todos los niveles.
El valor de las compañías está integrado por diferentes variables; una muy importante es el valor de su personal. Cuidar su desarrollo es enriquecer y aumentar ese valor. Este concepto, desde hace ya muchos años, ha sido incorporado como un elemento relevante, a tener en cuenta, en las transacciones de compraventa de empresas.
Un capital intelectual “alto” redundará en un mayor valor de la empresa en su conjunto. Adicionalmente, un capital humano “alto” dará también como resultado un mayor valor de la compañía. Las políticas de desarrollo de las personas forman la opinión que sobre la empresa tiene el mercado. Esta opinión sobre la organización se denomina marca empleadora o marca del empleador, concepto ampliamente conocido, también, por la expresión inglesa employer branding.
Lograr esta “marca” implica construir una imagen positiva en el mercado, conseguir una reputación como buen empleador tanto para los colaboradores actuales como para los futuros. Implica proponer y llevar a cabo una serie de acciones tendientes a lograr una percepción pública altamente positiva como ámbito laboral, de manera que las personas deseen trabajar en la organización. Sin embargo, esta imagen positiva no debe basarse solo en consignas publicitarias, sino que, por el contrario, debe estar construida sobre la base de acciones concretas en materia de Recursos Humanos.
Si la empresa cuenta con buenos recursos humanos, buenas políticas para su personal, buenas prácticas en materia de desarrollo, el resultado final será un más alto capital intelectual.
¿Cómo cuidar el capital intelectual?
Una de las principales cuestiones es contar con personas formadas para ocupar otras posiciones cuando esto sea necesario, contar con reemplazos para los puestos clave. No es la única acción posible, sin embargo es, con seguridad, una de las más importantes.
Libro relacionado: Dirección estratégica de Recursos Humanos, Volumen 1.
Comentarios